Independiente, Colón, Racing y Boca se clasificaron por penales a las semifinales de la Copa de la Liga Profesional a expensas de Estudiantes, Talleres, Vélez y River, respectivamente. Lo que graficó lo parejo que fueron los duelos.
Amén del consabido reparto de triunfos y derrotas, de celebraciones y desdichas, los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional arrojaron sobre la mesa como mínimo dos conclusiones atractivas: que a pesar de los pesares la Primera División del fútbol argentino es invitadora y equilibrada y que a la instancia de los penales el mero calificativo de «lotería» no le hace honor.
Por penales, y en estricto orden, avanzaron a semifinales Independiente, Colón y Racing y Boca, los cuatro sin antes haber pasado momentos de zozobra en los 90 minutos de sus mano a mano con Estudiantes, Talleres, Vélez y River.
Boca, por ejemplo, se impuso en el Superclásico al cabo de una definición especialmente tensa y con sobrevuelo de epopeya «millonaria» en la Bombonera, a guisa de las varias ausencias que padeció River por imperio del Covid-19 y del brillante debut del arquero Alan Leonardo Díaz.
Las manos del chiquilín que ni siquiera había jugado en Reserva, sin contrato profesional, sostuvieron a River durante el juego e incluso en un tramo de los penales, cuando capitalizó el pésimo remate de Edwin Cardona, que intentó picar la pelota (la «Gran Panenka») y dilapidó lo que en ese momento hubiera representado una ventaja apreciable para un Boca que, sin embargo, selló el 4-2 decisivo por intermedio de Carlos Tevez, Sebastián Villa, Carlos Izquierdoz y Julio Bufarini.
(Gonzalo Montiel y Álvarez anotaron para River, en tanto dos ejecutantes fueron víctimas de un enorme Agustín Rossi: Fabrizio Angileri y Leonardo Ponzio).
Sobrecargado de la responsabilidad de por fin sacar adelante una confrontación directa con el clásico rival, Boca hizo más méritos que una insospechada formación de River que se sobrepuso a un gol viciado de nulidad (clara infracción de Tevez en perjuicio de Jonathan Maidana) y hasta empató por intermedio de Julián Álvarez al cabo de un preciso bordado colectivo.
(No menos cierto es que Maidana debió de haber sido expulsado por un descalificador puntapié en perjuicio de Tevez).
Consumado el resultado (Boca sigue, River se va), llegaron los jugosos y en alguna medida sobrevalorados momentos de las lecturas interesadas y necesariamente sesgadas.

Desde luego, esa tácita épica del perdedor honroso tuvo su contraparte en los dichos de Miguel Ángel Russo y Juan Román Riquelme.

Boca ya tenía oponente en danza, tal lo establecido por la llave que se había dirimido en el José Amalfitani de Liniers, donde tras un empate de 0-0 vencedor resultó fue Racing por 4-2, gracias a los aciertos de Matías Rojas, Tomás Chancalay, Fabricio Domínguez y Enzo Copetti), la falla de Matías de lo Santos con su remate en el palo y la providencial acrobacia de Gabriel Arias para desviar el tiro de Lucas Janson.

La otra semifinal será cosa de Independiente y Colón, con sendos triunfos rubricados el sábado tras haber empatado con Estudiantes en La Plata y con Talleres de Córdoba en Santa Fe.
Lo del Rojo fue 0-0 el partido y 4-1 en los penales y lo de Colón fue 0-0 y 5-3, con la curiosidad de que en ambas defniciones tuvieron un protagonismo mayúsculo sendos arqueros uruguayos: Sebastián Sosa (34 años) Burián (37).

Como se aprecia, de todo, menos «lotería», según supo decretar la fantasmagoría futbolera.
