Por el desenlace del torneo reprogramado para julio a octubre en Disney World con menos equipos, Atlanta Hawks no volverá al certamen, y entonces tampoco Carter, que ya tenía previsto su retiro para este año . El alero que deja el recuerdo de sus increíbles volcadas nunca imaginó que aquel partido con New York sería el de cierre de su carrera. Aquel día ingresó en los últimos segundos del tiempo suplementario y recibió la ovación de la gente y los saludos y la admiración de compañeros y de rivales . Actitudes que se dan solamente con aquellos jugadores que marcaron una época y dejaron una huella.

Nunca fue campeón, pero quedó marcado en el público y fue un producto genuino de la NBA . Carter arribó a la liga de Estados Unidos y se convirtió en un jugador espectacular, con los atributos justos como para formar parte del showtime que quieren la liga y los espectadores. En el año 1998, en su primera experiencia, se destacó en Toronto Raptors, una de las entonces dos franquicias de Canadá, un país de menor poderío en su básquetbol local.
Durante su estadía en el norte el número 15 causó una revolución. Nadie sospechaba que ese jugador cambiaría el rumbo de la franquicia. Allí entusiasmó a toda una ciudad por su forma de jugar, por ser determinante, por el impacto que causaron sus acrobáticos saltos para volcar la pelota y por tratarse de un gran anotador . Así atrajo al público canadiense al básquetbol y ayudó a la NBA en su proceso de globalización, que incluía incorporar sólidamente una franquicia no estadounidense. Tal fue el aporte de Carter en aquel crucial comienzo de la liga fronteras afuera que Toronto se consolidó mucho y hoy, 24 años después y con su lema We The North («Nosotros, el Norte»), tiene una de las hinchadas más pasionales y ganó el campeonato en 2019. En cambio, Vancouver Grizzlies, la otra organización canadiense, duró apenas cinco años y abandonó la liga (la franquicia Grizzlies está hoy en Memphis, Estados Unidos).

El recordado torneo de volcadas del que Carter se coronó campeón en el Juego de las Estrellas de 2000, con una acción en la que quedó colgado del aro con el pliegue de un brazo, fue el pico más alto de su carrera, en la que lo acompañó el apodo «Air Canada», entre otros («Vinsania», «Hombre Volador»). Ese mismo año Vince formó parte del seleccionado de Estados Unidos que se quedó con la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Sydney.
El amor entre los canadienses y su ídolo tuvo un quiebre en 2004. Cansado de que los dirigentes de la franquicia no armaran un equipo como para conquistar un título, el alero decidió marcharse a New Jersey Nets en busca de un anillo, y a los fanáticos de Toronto no les gustó esa actitud. De hecho, Carter sufrió la hostilidad de los hinchas durante 14 años cada vez visitaba que Toronto . Pero en 2019, cuando el número 15 lo hizo como hombre de Atlanta Hawks, llegó en forma de aclamación el agradecimiento de los simpatizantes por la trascendencia que Carter les había dado al equipo, a la ciudad y, en algún punto, al país. En cierto modo, Toronto Raptors se coronó campeón de la NBA el año pasado gracias a aquella gran transformación que Vince había generado en los comienzos .

Con el paso de los años, Carter tuvo que reinventarse. Su juventud pasó y el alero dejó de ser el espectacular jugador de los saltos, las volcadas y el show, para convertirse en un basquetbolista más pensante. También aportó su experiencia a los jóvenes con los que compartió equipo en los últimos tiempos. Además de por Toronto y New Jersy, tuvo pasos por Orlando Magic, Phoenix Suns, Dallas Mavericks, Memphis Grizzlies, Sacramento Kings y este de Atlanta, en el que experimentó este extraño adiós. El impacto que generó en sus 22 temporadas ininterrumpidas de NBA está registrado en el documental de Netflix The Carter effect (El efecto Carter), en el que se puede apreciar que su influencia en Canadá fue no sólo basquetbolística: volvió famosos a cantantes y actores y provocó que un indio se volviera fanático al punto de nunca perderse un partido.






